Creemos, en palabras de la Encíclica Papal Deus Caritas Est, que el amor al prójimo es un camino que lleva al encuentro con Dios, y que cerrar los ojos al prójimo también nos ciega a Dios. En efecto, la Iglesia es una Comunidad de Amor. Toda la actividad de la Iglesia es expresión de un amor que busca el bien integral de la humanidad. El amor es el servicio que la Iglesia realiza para atender constantemente los sufrimientos y necesidades de la humanidad. El amor al prójimo, fundado en el amor de Dios, es ante todo una responsabilidad de cada miembro individual de los fieles, y como comunidad la Iglesia debe practicar la caridad. El amor, por lo tanto, necesita ser organizado si ha de ser un servicio ordenado a la comunidad.
Nuestra visión es que cada miembro de la parroquia se involucre en una obra de misericordia corporal o espiritual y tenga un foro para reflexionar sobre estas experiencias a la luz de las Escrituras para crecer en el discipulado cristiano. El discipulado de Jesús, si es verdadero y profundo, eventualmente debe desembocar en ministerio, la palabra latina para servicio.